HAN DICHO

HAN DICHO SOBRE JUAN BELMONTE

Francisco Umbral: ”Aquel rey callejero y sonriente hacía de rey cuando iba de paisano, como Belmonte hacía de muerto cuando iba de único. Fueron los dos españoles que movieron más gente en la España de los años 20, aquella España que se dividía en alfonsinos y belmontistas. Ser de Alfonso XIII era ser un poco de derechas, claro, y ser de Belmonte o belmontista era ser un poco de izquierdas por algún camino, quizá porque Belmonte era amigo y vecino de Pérez de Ayala, que luego ayudaría, con Ortega y Marañón, a traer la República”.

Ernest Hemingway: “He conocido a dos genios. Uno fue Einstein.  El Otro Juan Belmonte”


Domingo Delgado de la Cámara: “La Generación del 98, que no era en principio nada taurina (veían en los toros un síntoma del atraso hispano), se hizo belmontista casi al completo: más que la fiesta en sí misma, admiraban sobre todo al héroe que veían en Belmonte. Hasta tal punto compartía Belmonte afanes e inquietudes con ellos, que hay quien afirma que fue un miembro más de la Generación del 98"

  José María de Cossío y Juan Belmonte

José María de Cossío "La lentitud con que practicaba las suertes, el temple con que las llevaba a cabo era admirable y nadie le ha superado en este aspecto. Su gran triunfo consistió en influir en este aspecto de su arte de modo extraordinario en Joselito, que en los últimos años de su vida llegó a emular a Juan, toreando asimismo, con temple incomparable".

Joaquín Dicenta: “Si yo fuese escultor y quisiera reproducir en toda su artística brutalidad la lucha del hombre con el toro, escogería por modelo a Belmonte”.

Abraham Valdelomar: “Una de las razones poderosas por la cual Belmonte es el “torero de la emoción”, es la de que guarda maravillosamente esta armonía sin la cual no puede haber emoción completa sino parcial. Es inexplicable – oigo decir con frecuencia – porque Belmonte haciendo los mismos lances, emociona más que todos los toreros del mundo”.
Pepe Luis Vázquez: “No ha habido nunca nadie, ni ahora ni antes que enseñe esa maravilla que es el temple. Belmonte lo tuvo como nadie. Yo declaro sin el menor  pudor, con la mayor franqueza del mundo que Juan Belmonte ha sido el mejor torero que he visto en mi vida”.
Gregorio Corrochano:El toreo de Belmonte sorprendía…por inexplicable: inquietaba por imposible; dolía verle torear. A Goya le faltó en su Tauromaquia la cara de las multitudes viendo torear a Belmonte”.

José Bergamin :   "Al hablar tenía Juan Belmonte un tartamudeo leve que daba a sus frases un sentido corto y ceñido, como si torease. Hablaba –dije alguna vez- por medias verónicas y recortes. Y hasta a veces, hablando, molineteaba. Yo no lo sabía cuando escribí mi Arte de birlibirloque, refiriéndome a sus pasos cortos para acercarse al toro, que había “inventado un modo tartamudo de torear, como Azorín de escribir”. Su modo de expresarse en el toreo, ciñéndose a su sentimiento propio, en una palabra, su estilo, era éste, que podía parecernos cortado o entrecortado por la emoción. El definió admirablemente este estilo suyo personalísimo. 
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Así hablaba Juan Belmonte. Para quien el estilo era sentimiento. Como para Joselito era inteligencia, gracia, don que cada uno trae a este mundo del toreo, en el que todo lo demás se aprende. Y como para Rafael el Gallo era estética, sensibilidad. Por eso afirmaba Belmonte, toreando, las espiritualidad del toreo. Afirmaba siempre el toreo como arte y juego “de ejercicio espiritual”. A un joven aprendiz de torero que le preguntaba poco tiempo antes de su fin (estoico fin consecuente con su vida entera) lo que tenía que hacer para torear bien, le aconsejaba: “Si quieres torear bien, olvídate que tienes cuerpo”.

Así hablaba, como toreaba, como vivía, como sentía y pensaba, este excepcionalísimo,  extraordinario torero –y andaluz y español- que fue Juan Belmonte."

Antonio Diaz Cañabate



 Conozco tres de los retratos que hizo Zuloaga al gran torero. Los tres reflejan lo que Juan poseyó, como torero, más acusadamente: el patetismo. Aquel patetismo, tan suyo, que comunicaba al público como de corazón a corazón se transmite el amor, la pasión, flecha que lo traspasa y dejan huella indeleble